martes, 27 de febrero de 2018

Relato 1

Abrió la puerta del portal con prisa. Era de noche y eso siempre le incomodaba. Llamó al ascensor y esperó. Apenas había empezado a moverse el mecanismo cuando escucho, calculó que dos pisos por encima de ella, el ruido de una puerta abrirse repentinamente. “¿Quién será a estas horas?” se preguntaba, cuando le vio. Un hombre alto y musculoso, vestido de traje, bajaba las escaleras corriendo. No llegó a verle del todo la cara, pues pasó como un rayo y desapareció de su vista en un instante. Lo que sí le quedó claro fue que no conocía a ese hombre de nada.

No tuvo tiempo para recuperarse del susto, pues al rato, siguiendo al hombre, una mujer joven y, aparentemente de origen extranjero, ruso tal vez, protagonizó otra versión de la escena. En esta ocasión, todo terminó en el portal, donde tras varios gritos que Maite no pudo llegar a escuchar, la joven se volvió, sin decir palabra, escaleras arriba. “Bienvenidos a la comunidad…” pensó Maite tras recuperarse.

Una vez en casa, no conseguía quitarse el asunto de la cabeza.
-Maite cariño, ¿qué te pasa? Me da la sensación de que le estás dando vueltas a algo.- Le preguntó su marido.
-Manolo, la nueva del segundo nos va a dar problemas, te lo digo yo - Tras contarle lo sucedido, continuó - Me da a mi que se nos ha metido al edificio gente problemática,tú ya me entiendes, con lo que nos ha costado librarnos de los camellos esos...
-Pues no la verdad, no te entiendo, no sé de qué me estás hablando.
-Prostitutas Manolo, ¡putas! Vamos que lo tengo clarísimo.
-Anda anda, no te montes películas que luego me las creo yo también. Seguro que hay una explicación para lo sucedido.
Pero Maite no lo tenía tan claro.

En los días siguientes, tras compartir opiniones con varios vecinos, Maite fue olvidando el asunto. Pero, en el fondo, ella quería creerse su historia, creer que había algo detrás de todo aquel incidente. En sus sueños, los cuales tenía dormida y, a menudo, despierta también, se imaginaba a sí misma como una espía internacional “de la interpol o alguna cosa de esas” solía pensar. Su misión, desmantelar pisos clandestinos, operaciones anti droga, anti trata de mujeres...cualquier asunto turbio. Un día, en el que se encontraba especialmente perdida en sus aventuras como La Viuda Escarlata, en honor a su pelaje, llegó a su casa para encontrar un silencio anormal. “Qué raro” se dijo, “¿dónde estará este hombre?”. Fue a la cocina a dejar unas bolsas y, pese a no encontrar lo que esperaba, lo que vio no la dejó indiferente. Un hombre, de unos 40 años, yacía sobre el suelo blanco, cubierto de sangre. La impresión fue tal, que Maite no pudo evitar inclinarse sobre el fregadero y vomitar. “¿Qué es esto? ¿Qué cojones ha pasado aquí?” No paraba de hacerse esas preguntas, incapaz de reaccionar. Observó al hombre durante un rato, él solo ocupaba media cocina, era alto y musculoso “como aquel...no, no puede ser” se dijo, no podía ser él. Se inclinó un poco para estar segura y comprobar que, efectivamente, aquel hombre sin vida era el mismo que vió bajar corriendo, días atrás, las escaleras del portal.

No sabía qué hacer, ni a dónde ir. Se preguntaba dónde estaría su marido. Decidió que ya lo pensaría después y fue a por el teléfono. “Tengo que llamar a la policía” pensaba. Aún no había alcanzado el teléfono cuando, un ligero carraspeo, hizo que se quedara congelada. “No puede ser, no puede ser” se decía una y otra vez.
-Date la vuelta - Dijo una voz de mujer.
Para Maite, la situación estaba claro, aquella mujer debía ser la segunda protagonista de aquel suceso. “Y yo pensando que era puta...está claro que me falta imaginación” ironizó, presa del pánico. Sin embargo, no estaba preparada para ver lo que se encontró al darse la vuelta. Sentado junto a aquella mujer se encontraba su marido, con una pistola en la mano, con total tranquilidad.
-Ma...Manolo, ¿Qué está pasando? - Preguntó.
-Sergei, si no te importa. Bien, te lo explicaré, a ver si por una vez te enteras de algo. Aqui mi socia, y amante por cierto, es una asesina experta que andaba buscando una presa. Como casualmente vivía por aquí cerca...me pidió ayuda. Oh no no querida, no llores, tu solo eras mi tapadera. ¿Qué? ¿El pelo? Ah sí, teñido.
-Basta de explicaciones, me estoy aburriendo - Dijo la asesina, con un claro acento ruso - Matala y ya está, terminemos con esto.
“No dios mio no por favor” pensaba Maite, presa del pánico y sin saber qué hacer. Las lágrimas caían por su rostro. Sergei retomó la palabra:
-En fin...es una pena, pero así son las cosas, tendré que empezar una vida nueva - Dijo con ironía mientras soltaba una carcajada.
-No por favor no...Manolo yo sé que en el fon…
-Me aburro de tanta charla.

Se oyó un único disparo.


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